La relación cuerpo-emoción, esta reconocida en la medicina ortodoxa en los padecimientos psicosomáticos; que son aquellos que no teniendo causas físicas comprobables, se les atribuyen causas emocionales para su gestación y permanencia. En la medicina complementaria, se le reconoce como causa de prácticamente todas las enfermedades. Siempre existirá una alteración emocional previa que facilita la aparición de los padecimiento independientemente de su causa física; la que se considera "secundaria" a la verdadera razón o causa fundamental.
De acuerdo con la neuróloga británica Suzzane O´Sullivan experta en enfermedades psicosomáticas, "Nuestro cuerpo produce síntomas físicos en respuesta a las emociones todo el tiempo. A mucha gente le tiemblan las manos cuando tiene que hacer una presentación, a otros les late más fuerte el corazón si están ansiosos o hay quienes se sonrojan cuando sienten vergüenza Pero no podría decir por qué en ciertos individuos este mecanismo decide crear una patología. Lo que ocurre es que todos tenemos una forma diferente de lidiar con el estrés". Lo que al final de cuentas, abate las defensas y somos presa fácil de las enfermedades.
"No podemos evitar los síntomas físicos frente a una situación de estrés", pero si podemos evitar que eso se convierta en una discapacidad por enfermedad, aprendiendo a reconocerlos cuando te ocurren y cambiando lo que haces en respuesta". El hecho de no encontrar una causa física real, es lo que tradicionalmente a llevado a la medicina ortodoxa a decirle al paciente que padece éste tipo de alteraciones: "no tienes nada", aun cuando los síntomas son 100% reales para el enfermo.
Sin ánimo de caer en estereotipos que generalicen de manera dogmática las causas emocionales de los padecimientos, me permito dar algunos ejemplos; no sin antes aclarar, que cada problema es individual, único y diferente a todos los demás y que se debe particularizar en un verdadero intento de llegar al diagnóstico emocional certero. Sirvan solo, para ampliar el entendimiento del tema los siguientes ejemplos:
Caso 1. María es una mujer joven de 23 años, aparentemente sana hasta haber contraído nupcias con Pedro; a raíz de su matrimonio, inicia con cuadros gripales repetitivos y relativamente frecuentes; curiosamente, los presenta solo entre semana. Al preguntarle qué hace los fines de semana, me contesta que por lo regular visitan a su suegra, que su esposo tiene "mamitis" y cada rato quiere estar de visita con ella. Sin más preguntas, María se suelta con un montón de quejas sobre su suegra, de la que opina que es insoportable, que no la tolera. En su presencia siente que no puede respirar y le "hincha las narices" tener que aguantarla solo por su marido.
Sin lugar a dudas, el estrés al que se ve sometida (sin desearlo) durante los fines de semana que visita a su suegra, son determinantes para bajar sus defensas inmunitarias, lo que aprovechan virus oportunistas y de manera secundaria provocan sus cuadros gripales.
Caso 2. América es una niña de de 9 años de edad aparentemente sana, se presenta en mi consultorio en brazos de su mama por qué no puede caminar. Hasta el día inmediato anterior, era una niña normal y con todas sus facultades motrices, de manera súbita el lunes al despertarse para ir a la escuela ya no pudo caminar, decía que no tenía piernas. Investigando sobre que había pasado fuera de lo rutinario en la familia, la madre me cuenta haber tenido una pelea fuerte con el esposo el día sábado; y éste decidió irse de la casa abandonándolos, el domingo no se presentó en casa y aparentemente los amenazó con no regresar jamás. El domingo no manifestó alteración alguna América, pero el lunes que requería de la responsabilidad de ir a la escuela presenta una disociación física de la realidad.
La disociación es un mecanismo de defensa para enfrentar el estrés cuando éste no se puede manejar de manera adecuada.
Caso 3. Alberto de 27 años con diagnóstico de insuficiencia renal crónica, había sido atendido en mi consulta por problemas de ira incontrolable y conducta violenta con sus relaciones interpersonales, en el fondo de su rabia existía una pérdida de territorio que nunca pudo superar; en su infancia, había sido abandonado por su padre y de la misma manera, en su adolescencia, había fallado un intento de reconciliación. Perdiendo por completo lo que el consideraba su familia y su hogar. Jamás pudo perdonar a su padre, cada vez que tocábamos el tema para su tratamiento, se alejaba de la consulta y regresaba meses más tarde tratando de desviar el tema hacia otro rumbo.
La vida de Alberto se seguía desarrollando sin "referencia de pertenencia" (vivo solo y no pertenezco a nada), (tengo miedo a perderme). Los riñones son la sede de la convivencia y de la comunicación con el prójimo, sus alteraciones se presentan cuando hay problemas de convivencia, problemas de comunicación con nuestros semejantes: y era precisamente ese, el ambiente en el que Alberto se seguía desarrollando. Llega a consulta después de haberse alejado por un largo tiempo, con el diagnóstico de IRC.
La relación entre nuestro cuerpo físico y nuestro cuerpo emocional es un hecho y no se puede negar, Los conflictos emocionales no resueltos, se quedan atrapados en el campo de la energía circulante que anima el buen funcionamiento del organismo y se consolidan en cualquier estructura física de la anatomía del mismo, causando lo que conocemos como enfermedades. Nos volveremos a encontrar en nuestra próxima participación.