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lunes, 14 de octubre de 2019

LECTURA 31: SOMOS UN ALMA QUE TIENE UN CUERPO

La idea tradicional de todo creyente religioso, es que todos "somos un cuerpo que tiene un alma"; yo opino que es al contrario: "Somos un Alma que tiene un cuerpo". Nuestra identificación debe ir a las partes más superiores de nuestra esencia, no a las inferiores en la escala de la condensación de la energía. El cuerpo, es la frecuencia de vibración más densa y solo es "el vehículo" en el que viajamos a través de la existencia terrenal; es desechable, finito (tiene fin) e intrascendente.

El cuerpo es el Hardware en nuestro sistema, el "Alma es el sofware" o programa de vida que hace que funcione el cuerpo y tenga una determinada vida. Es decir, el Alma es el programa de lo que debe vivir el Espíritu al tomar un cuerpo para manifestarse de manera física y tangible en espacio de la existencia temporal. El cuerpo desaparece, la energía que le da vida no; esta, como sabemos, solo se transforma para seguir siendo parte del todo universal.

El alma es el programa original de nuestra esencia en la vida, en ella, (aparte de nuestra esencia original), están contenidas todas las experiencias por las que debemos pasar y la satisfacción de sus necesidades el el plano terrenal; que no es otra cosa que: "vivir las experiencias una y otra ves hasta que podamos aceptarlas y amarnos a través de ellas".

Cuando somos niños todos sabemos en lo más profundo de nuestros ser, cual es la razón de nuestra existencia; "ser uno mismo al vivir diversas experiencias". Al nacer, nos concentramos principalmente en las necesidades de nuestra alma, la cual desea que nos aceptemos junto con nuestra experiencias, defectos, potenciales, debilidades, deseos y forma de ser entre entre otros. Todos al nacer, tenemos esas necesidades.

Poco tiempo después de nuestro nacimiento, nos damos cuenta de que cuando nos atrevemos a ser nosotros mismos, alteramos el mundo de los adultos o de la gente que está a nuestro alrededor. Y de allí se nos ocurre, que no es bueno ni correcto ser naturales. Este doloroso descubrimiento, provoca en el niño crisis de ira, las cuales llegan a ser tan frecuentes, que nos acostumbramos y llegamos a creer que son normales.

Todos pasamos por cuatro etapas fundamentales:

  1. Ser original o uno mismo: el niño se da cuenta de su verdadera esencia y la vive en inocencia, alegría natural y felicidad solo por existir; aceptando lo que es, con defectos o fortalezas. Solo vive el instante, el aquí y el ahora.
  2. El desengaño o dolor: el niño conoce el dolor de no tener el derecho a ser el mismo, se da cuenta que no le conviene ser original si quiere ser aceptado.
  3. Crisis o rebeldía: el niño se rebela por perder su esencia original, hace rabietas, grita, llora, no duerme bien, fastidia en todo momento y siempre quiere los brazos de mamá.
  4. Resignación: el niño se resigna y termina creando una nueva personalidad para transformarse en lo que los demás quieren que sea, todo esto, con la finalidad de reducir el dolor y terminar siendo aceptado.
Existen cinco "heridas del alma" que dejan profundas huellas de daño en el ser original: el Rechazo, el abandono, la humillación, la traición y la injusticia. El niño expuesto a cualquiera de ellas, aprende a crear "personajes o máscaras" para "protegerse". Entre más profunda es la herida del alma, más intensa y frecuente es la máscara. Para el rechazo, nos ponemos la máscara "huidizo"; para el abandono, la de "dependiente"; para la humillación, la de "masoquista" (físico o mental); para la traición, la de "controlador"; y por último, para la injusticia, nos ponemos la máscara de "rígido". 

Observa tu manera de ser, si en algún momento descubres que estás usando alguna de las máscaras mencionadas, ten la seguridad de que tienes una herida en el alma; entre más frecuentemente te pongas esa máscara, más profunda es la herida que llevas en tu alma original. Las heridas del alma, son otra de las cusas probables de enfermedad. Arrivederci mis amigos, nos encontraremos pronto en otra cápsula de sanación.







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